05 marzo, 2014

Justicia, ni para los de la propia casa

Quien sabe hasta donde vaya el asunto de los hechos violentos ocurridos en la Fiscalía de Comitán, pero en la historia se escribe que solamente hubo un muerto, Carlos Alberth López a quien ya dieron cristiana sepultura. El policía ministerial que se daba por muerto, Rafael Rodríguez Altamirano sobrevivió a la paliza que le propinaron los manifestantes. Y quien al inicio de cuentas pagó los platos rotos, fue un elemento de la policía especializada de nombre Crisanto Martínez Gálvez quien se encuentra retenido como probable responsable del delito de Homicidio. La viuda e hijos del primero serán indemnizados, el segundo tendrá que esperar a su recuperación sin la posibilidad de entablar demanda en contra de sus agresores por tratarse de un funcionario de la Fiscalía y que al parecer con las “negociaciones” ente gobierno y manifestantes se le esfumaron sus derechos, al igual que otra veintena de trabajadores que fueron privados de su libertad por varias horas. Al tercero se le desgració la vida y la de su familia, pues nunca imaginaron que un día de labores del jefe de la casa, terminaría en tragedia para todos ellos, sobre todo, cuando éste mató de un disparo a uno de los manifestantes al tratar de defenderse y defender a sus compañeros de trabajo. De los daños materiales al edificio donde están las oficinas de la Fiscalía, tampoco se ha dicho nada, la violencia fue tal que los destrozos materiales y administrativos son incalculables. Del destino del Fiscal también poco se sabe, se rumora que ya fue despedido de su chamba, como el hilo siempre se rompe por lo más delgado, seguramente le cayó la voladora. Se me olvidaba decir que la Organización que participó en estos hechos sangrientos será atendida en próximos días en la capital del estado para escuchar de cerca sus demandas, que según planteaban el trágico día, era la cancelación de varias órdenes de aprehensión que fueron libradas en contra de sus integrantes. Seguramente se les concede. Y de los daños a la sociedad, mejor ni les digo, esos seguramente volverán a quedar inscritos en el libro de la impunidad.