22 junio, 2011

Juan Sabines en Presidencia

Juan Sabines en Presidencia

La detención de Salazar Mendiguchía incrementó la imagen de Sabines.

Víctor Gordoa

En la construcción de cualquier imagen pública el uso de las técnicas de propaganda constituye una herramienta por demás útil para mejorar la percepción en torno de algo o de alguien. La propaganda suele confundirse con publicidad y por desgracia esto constituye un grave error estratégico, pues no es lo mismo vender que influir en la ideología de la gente y decirle quiéreme en lugar de simplemente cómprame. Los consultores en imagen pública hacemos uso frecuente de la propaganda para lograr cambiar la percepción sentimental hacia un líder, ya sea político, empresarial o social, pues se trata de la técnica ideal para ganar adeptos. Como ya se darán cuenta, la propaganda se utiliza para incrementar la opinión positiva en torno de alguien, pero debe usarse con muchísimo cuidado pues cuando se implementa mal el efecto puede revertirse en contra de quien la originó, convirtiéndose en un bumerán que acaba por golpearlo en la cabeza. Por eso es que no hay muchos expertos en propaganda, por lo difícil que es hacerlo bien y por lo visto recientemente, en la oficina del presidente Calderón hace falta un buen especialista.

El Quinazo…

Corría el mes de enero de 1989 y el presidente Carlos Salinas de Gortari necesitaba justificar su elección controvertida, apenas habían transcurrido 40 días de su mandato y ya tenía listo un golpe mediático que haría que sus detractores cambiaran su manera de pensar con respecto a su eficacia y autoridad. El día 10 de aquel mes metió a la cárcel a Joaquín Hernández Galicia, mejor conocido como La Quina, quien a la sazón era uno de los líderes sindicales más corruptos y poderosos de México. El asunto le salió tan planchadito y efectista que a partir de ahí la imagen pública del señor Salinas cambió y subió y subió durante cinco años consecutivos hasta el malhadado de 1994.

La Debacle…

El presidente Calderón sabía que necesitaba dar un publicity stunt similar que le permitiera enderezar su alicaída imagen pública en vísperas del gran periodo electoral que se avecina y puso en la mira al sospechoso y difícil Jorge Hank, así que, haciendo uso de la valentía que ya todos le conocemos, se aventó el tiro de detenerlo entrando con el Ejército hasta su recámara. Sólo que ahí empezó el viacrucis que acabaría en la crucifixión de su imagen. No me pregunten por qué, pero le salió muy mal, vamos, hasta dicen que ni siquiera orden de cateo existía, cosa que me resisto a creer pues es como si al Chicharito se le hubiera olvidado ponerse los tacos antes de un partido. Como que suena imposible, pero en el caso de Hank salió todo tan mal que ahora el Presidente trae un chichón causado por el bumerán que arrojó. De vuelta me resisto a creer que el de hasta arriba está tan solo como parece estar, y si no, recordemos que en el terreno de la imagen las cosas son lo que parecen ser y el horno presidencial no está para bollos.

Desde aquí lo único que se me ocurre es recomendarle que para la próxima llame como asesor de propaganda a su amigo Juan Sabines, pues el gobernador de Chiapas, calladito, calladito, un poco antes metió a la cárcel a su antecesor y el publicity stunt le quedó tan bien planchado que el resultado fue una extraordinaria campaña de propaganda que los medios de comunicación difundieron positivamente, incrementando gratuitamente el tamaño de su imagen pública. Sí, Juan Sabines podría ser útil en Presidencia.

*Rector del Colegio de Imagen Pública