Por Juan Carlos Gómez Aranda
El día de ayer, la casa encuestadora Consulta Mitofsky dio a conocer los resultados de su más reciente sondeo donde se observa que si bien Enrique Peña Nieto bajó algunos puntos, mantiene consistencia en las preferencias de los electores y ratifica una amplia ventaja sobre sus competidores. Peña obtiene un 40% de preferencias en las entrevistas realizadas; el 24% se inclina por Josefina Vázquez Mota; 18% favorece a Andrés Manuel López Obrador y el 1% por el PANAL sin importar quién será el abanderado.
Los resultados que muestran un candidato y partido claramente aventajados y donde el segundo lugar se lo disputan el PAN y el DÍA, nos hacen pensar si estas tendencias se conservarán en una competencia entre tres. Creo que no, pues las condiciones del país y sus regiones indican que el estado de cosas se modificará y la competencia al final será parejera.
Analistas y muchas personas consideran que en la recta final estarán Peña Nieto y Vázquez Mota, dado que ella contará con el bono de género; por su carisma personal; porque su desempeño en la precampaña interna de su partido fue exitoso y al final lograron unidad –esta precampaña además le fue útil ya que le dio puntos de reconocimiento en las encuestas y es la única que creció-; porque incluso existen ciudadanos que pensando mal del PAN simpatizan con ella; porque cuenta con mayores puntos de opinión positiva y menos negativos que AMLO y porque también tendrá el apoyo y recursos de todo tipo, que son muchos, del Gobierno Federal.
En sentido contrario a esta idea, me arriesgo a opinar que en el tablero de la competencia quedarán solo dos, como ha sucedido en las dos últimas elecciones presidenciales. Con lo que hoy observo, creo estarán Peña Nieto y López Obrador por algunas de las siguientes razones: en un país como el nuestro que tiene la pena de contar con más de 50 millones de pobres, las propuestas y discurso reivindicativo de AMLO seguramente tendrá cabida entre muchos ciudadanos; porque el cambio de discurso moderado y “amoroso” es creíble para algunos sectores de votantes; además porque la postulación de su principal candidato en su mejor bastión que es la Ciudad de México resultó de una excelente operación política; porque anunciar quienes serán sus colaboradores acreditando que no forman parte de los extremos políticos ha sido bien acogida y también porque el desgaste del Gobierno Federal panista jugará a su favor… y también del PRI.
Por su parte, Peña Nieto y el PRI tienen ante sí el desafío de mantener o ampliar la ventaja que hasta la fecha ostentan. Sin embargo existen algunas señales de alerta que están atendiéndose antes del inicio de las campañas formales. Se han cometido errores –que cuestan más cuando suceden en el bando que aventaja tan ampliamente- y no pueden hacer como que no pasa nada, pues al final sí existe un efecto negativo entre la ciudadanía, cada vez más atenta a los temas políticos, crítica y dispuesta a hacer valer su opinión y donde la mejor manera de hacerlo es en las urnas electorales.
Algunos dirán que para un aspirante que mantiene durante tanto tiempo una preferencia tan alta, lo único que puede hacer es bajar. Este es precisamente el reto, porque además, si vemos los números generales de las encuestas es posible que no coincidan con las condiciones objetivas particulares de las regiones en el momento de analizar la situación política y electoral particular. Por otra parte, las disputas en curso por la miles de candidaturas en juego seguramente propiciarán defecciones que pueden debilitar la fuerza partidaria que hoy apuesta con acierto al voto de las mujeres y de los jóvenes, entre quienes ha sembrado un nuevo aliento de esperanza que recorre todos los rincones del país.