20 agosto, 2012

Se rinde Comitán ante la portentosa presencia de Lila Downs, en la clausura del Festival Rosario Castellanos



Como si su canto hubiera sido una manifestación de los dioses ancestrales, la mítica voz de Lila Downs fue suficiente para despejar un cielo que anunciaba tempestades pero que esa noche se rindió ante el encanto de la intérprete oaxaqueña, y decidió ofrecerle una tregua a “Naila”, a “La Llorona”, a “La Martiniana” y a todas las historias que los pueblos han convertido en melodías, esas que se arremolinaron en la memoria de los cientos de asistentes al concierto de clausura del 12º Festival Internacional de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos. 

Y entonces “Lila”, como la llaman familiarmente sus fieles seguidores, salió y entonó esas canciones “dedicadas a nuestras tradiciones indígenas y mestizas”,
pero como sólo ella sabe hacerlo, con el corazón y la fuerza, la poderosa fuerza que viene del orgullo por sus raíces. 

“Fallaste corazón”, “Mezcalito”, “Cruz de olvido”, “Tu cárcel”, cantó con el sentimiento agolpado, el inmenso coro de almas congregado en el Parque Central de Comitán, donde el “Cucurrucucú Paloma” se hizo presente con la nostalgia de una intérprete cuyo extenso registro vocal confirma que es una mujer que pareciera provenir de un milagro o “que nació de las nubes”, como lo dictan las creencias de la cultura zapoteca sobre su propio origen. 

Con la “Cumbia del Mole”, “La Iguana” y “Pecadora”, Lila Downs hizo gala de sus dotes histriónicas, encumbradas por el sensual y serpenteante movimiento de su cuerpo que no hacía más que seguir el ritmo de su propia música, tan original e irrepetible como su creadora. 

La fascinación del público se tradujo en gritos, aplausos y otras expresiones producto de la espontaneidad y el asombro; sin embargo la euforia se desató cuando la también productora y actriz, bajó del escenario para bailar y convivir con su público, y fue entonces cuando se produjo la mutua entrega donde se pertenecieron. 

El agradecimiento fue recíproco, no obstante Lila Downs reconoció la importancia de este festejo en honor a Rosario Castellanos, esa mujer de la que todos llevamos su nombre en alto, afirmó. Al terminar su acto, el cielo no pudo más y llovió y lloró conmovido, con el adiós de esta hija de las nubes, la del celestial canto que sedujo al cuantioso público del festival. 

Previamente, para cerrar el ciclo de eventos dentro del Foro Académico de este evento se presentó el grupo de escritores “Los Quijotes”, originarios de Guatemala, quienes disertaron sobre la obra de Rosario Castellanos, y señalaron la relación de la escritora con aquel país, afirmando que la autora no es ajena a la historia guatemalteca, pues “somos pueblos hermanos en busca de luz y de justicia”. En este contexto, los autores brindaron sus apreciaciones sobre la poesía de Castellanos, así como un panorama acercad de su prosa, desde la perspectiva literaria de su país de origen. 

En el espacio del Teatro Junchavín y rompiendo todas las normas de solemnidad, apareció en escena la energía de la compañía de danza contemporánea Cuatro x Cuatro, cuyos integrantes oriundos de Chiapas y Veracruz, ofrecieron una interesante propuesta que en su afán de rechazar principios y estructuras, da lugar a una experiencia donde se involucra e interactúa con la audiencia obligándolos a ser parte del discurso y la experimentación coreográfica, esfuerzo que fue ampliamente reconocido por el público. De esta manera se despidió la doceava edición del Festival de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos, organizado por el Gobierno del Estado de Chiapas, a través del Coneculta, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y el Ayuntamiento de Comitán.