20 mayo, 2014

FUGA DE REOS, DEBILIDAD EN EL SISTEMA PENITENCIARIO

La fuga de reos del AMATE demuestra que la debilidad que existe en el sistema penitenciario del país se encuentra por todos lados, y es que para nadie es un secreto que las prisiones mexicanas se han convertido en una sucursal del infierno, dominado más por las mafias internas que por quienes deberían de velar que esto no suceda, desde hace muchísimas décadas nada ha cambiado en esto de los escapes de internos donde se han visto involucrados las mismas autoridades penitenciarias, desde muy altos niveles, pasando por el director del penal y hasta los últimos custodios se ha permeado la corrupción, lo peor, que son ellos los que solapan y hasta propician, el mal se agrava con el hacinamiento que rebasa el margen de maniobra en el tema de “Readaptación”, sobre todo en penales diseñados para encerrar menos de la cuarta parte de la población actual, desconocemos a la fecha el número de internos que tiene cada penal de Chiapas, pero estamos seguros que en su mayoría sobrepasan los límites con reos sin condena que nos cuestan una millonada “mantener”; habrá que preguntarle a los directores de los penales que tenemos más a la mano como están las estadísticas y también el ambiente que se vive dentro pues desde fuera el panorama penitenciario se observa de otro modo; ahí está el ejemplo del CERESO 10 con sede en Comitán donde se ha tenido que optar por bloquear la señal de telefonía ante el “supuesto” que desde ahí salen las extorsiones telefónicas, bloqueo que afecta a miles de usuarios que al entrar en esa zona se les dificulta la comunicación o quedan totalmente incomunicados; ¿Qué no habrá estricta revisión dentro del penal para evitar esas tenebrosas llamadas al exterior? ¿Por qué quienes están purgando un encierro se les sigue otorgando privilegios como el de tener un celular para seguir delinquiendo desde adentro? Estas y otras interrogantes nos sirven de muestra para considerar que las celdas de la prisión pudieran estar sirviendo como las oficinas más seguras de la “delincuencia organizada y hasta desorganizada”, el diagnóstico es bastante claro de que en los penales del país algo está fallando porque los malosos son quienes controlan las autoridades; debería ser al revés, pero en fin, ojalá que la experiencia del AMATE sirva para que quienes tienen bajo su mando las cárceles de Chiapas pongan sus barbas a remojar y así evitar la vergüenza de andar metiendo al bote a sus propios directores y demás colaboradores que quien que sabe por qué motivos y razones dejan escapar a quienes deberían tener a raya.