15 enero, 2014

GUERRA CIVIL con mayúsculas

Definitivamente no podemos tapar el sol con un dedo, ni decir que los mexicanos no enfrentamos panoramas difíciles en la debilidad de las instituciones, el aumento de la pobreza, el crecimiento de grupos armados, la intolerancia política y religiosa, los abusos del poder, la impunidad, la delincuencia, la falta de empleo etcétera, ectcétera; “la problema” dijeran mis amigos tojolabales, es que no hay remedio ni brujería alguna que pueda detener tales jinetes del apocalipsis pues al parecer éstos crecieron y se fortalecieron al amparo y complacencia de los primerísimos círculos del poder nacional; con todo y lo que se quiera decir todo lo contrario, resulta sumamente difícil comprender como un estado de la República estalló en una GUERRA CIVIL de la noche a la mañana, así en mayúsculas para que no se pretenda bautizar más “light” y menos incómodo lo que está pasando en Michoacán; ¿ acaso en dos sexenios de gobierno no se tuvo conocimiento sobre el crecimiento y la organización de las llamadas autodefensas? ¿Fallaron los equipos de inteligencia? ¿De dónde salieron tantas armas y financiamiento para las autodefensas? ¿Sólo en Michoacán se armó a la población civil?, son muchas las preguntas incómodas que el gobierno federal trata de evadir ante el surgimiento de civiles armados a lo largo y ancho de la República, según datos encontrados en la investigación cibernética, once estados se encuentran “contaminados” Guerrero, Estado de México, Oaxaca y con menos presencia, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Morelos y hasta Chiapas lo cual revela que se dejó crecer y expandir a la vista de las autoridades este fenómeno social que hoy día, pasado un año de gobierno de Enrique Peña Nieto se intenta frenar con las fuerzas del Ejército; ¿Resultará positiva o negativa la estrategia militar en contra de la población armada? ¿Hasta dónde nos alcanzarán los daños colaterales que deja una GUERRA CIVIL de cualquier dimensión que esta sea?, no dudamos que el inventario que nos quedará después de levantar los muertos y gastar millonarios presupuestos militares será muy desalentador, pero esperemos que para entonces, si nos alcanza el tiempo, autoridades y mexicanos aprendamos la lección y procurar bajo otras estrategias que no sean tan violentas que nuestra patria no siga desmoronándose y cayéndose en pedazos, de lo contrario no habrá más remedio que sufrir las consecuencias de enfrentar un colapso social de grandes dimensiones. ¡¡Y ahí sí, que Dios nos agarre confesados!!